sábado, 10 de marzo de 2012


RESISTIR ES VIVIR



El tiempo de la ofensiva se aleja en el horizonte, mientras tanto debemos resistir. Resistir no es un deber ni una obligación, resistir es la otra cara de la moneda de la vida.
El capitalismo de principios del siglo XXI saborea ensimismado su pírrica victoria: la destrucción del planeta que nos cobija y la desaparición de enormes masas de potenciales consumidores de sus mercancías.
Teorizar, como algunos pretenden y proclaman, que la lucha de clases pertenece a la época de la Revolución Industrial, cuando la débil fuerza de trabajo era explotada en la cadena de montaje universal y envenenada con sucedáneos de alimentos aderezados con toda diversidad de insectos, es negar la realidad fortísima de la vida misma.
La maravilla del mundo postmoderno es esta: Ocultar la materialidad para hacer emerger la virtualidad, el artificio, lo aparente, lo falso, y hacer de la inercia virtud.
El mundo es un escaparate, repleto de humo negro, donde los seres humanos no pueden reconocerse.
Frente a la manipulación y distorsión mediática que nos muestra sólo aquello que es necesario para generar confusión y desconcierto, se alza como una torre medieval el señuelo de un espacio libre virtual. En él, se nos permite desarrollar juegos y estrategias consoladoras que nos alejan del mundo real de la subsunción, de una explotación que alcanza los últimos confines del sujeto humano con prácticas refinadas y sutiles.
Es ahí donde se juega la partida de la última esperanza de individualidad, es ahí donde las subjetividades intentan romper la cadena de montaje de la obediencia y la sumisión

Jesús Marchante                                                                   Junio 2010

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