“La
poesía son momentos anímicos que te van iluminando el camino” – Conversaciones
con Marga Clark
De
Jesús Marchante
Jesús Marchante: Estamos en
casa de Marga Clark, que es fotógrafa y escritora, de hecho, ¿cómo te
definirías tú?
Marga Clark: Bueno, intento
no definirme, pero sí me gustaría decir que la poesía es el origen de toda mi
creación.
JM: Y estamos aquí sobre
todo para hablar de un libro que se va a publicar en Italia, que se llama El olor de tu nombre. El olor de tu nombre alude a un nombre,
como es evidente, yo sé qué nombre es, pero prefiero que sea Marga quien nos
diga a qué nombre alude el título de su libro.
MC: El nombre alude a la
memoria de mi tía, la hermana de mi padre, Marga Gil Roësset, una mujer y una
artista de una fuerza y de un talento extraordinario. A mí me llamaron Marga
por ella, pero siempre ha sido un tema tabú en mi familia. Yo sólo sabía que
había muerto muy joven y que habían silenciado su memoria. Mi tía era
considerada una niña prodigio en aquella época. Dominó el dibujo, la acuarela y
la escultura a una muy temprana edad. Empezó alrededor de los siete años cuando
escribió e ilustró un cuento para su madre: La
niña curiosa; y años más tarde, ilustró los cuentos que escribía su hermana
Consuelo, que era tres años mayor que ella. A los quince años Marga ya estaba
tallando en madera y más
adelante usa el martillo y cincel esculpiendo en la piedra y el granito. Fue
una de las primeras mujeres en esculpir en piedra, debía tener mucha fuerza en
las manos. Marga conoció a Juan Ramón Jiménez el último año de su vida, en
1932, a través de una amiga común en una mañana de concierto, pero el poeta y
su mujer, Zenobia, ya sabían de la existencia de estas dos hermanas de gran
talento, porque les habían dejado como regalo, en la portería de su casa, un
cuento, El niño de oro, que Consuelo
había escrito y Marga ilustrado, a los doce años. Los dibujos eran de una
modernidad, de una pasión y de una técnica tan perfectas para una niña que conmovieron
profundamente al poeta. De manera que cuando Marga conoció a Juan Ramón y a su
mujer, a los veinticuatro años, decidieron, después de ver su obra, que ella esculpiría
sus bustos. En el transcurso de unos meses de intenso trabajo en casa del
poeta, Marga terminó el busto de Zenobia, pero también acabó enamorándose
perdidamente de Juan Ramón, y al no encontrar salida a esta situación, a ese
amor totalmente romántico y platónico, se inmoló. Sabemos que su amor fue
platónico porque ella escribió en su diario, ocho días antes de su muerte: “Si
tú… espontáneamente, me dieras un beso”. Y también expresa en su diario su
desesperación ante una situación amorosa que ella consideró imposible, cuando
dijo: “Y como sin ti… es que ni quiero, ni me importa nada… lo mejor es
morirme…”. Marga se pegó un tiro en la sien y acabó de esta forma con su breve
e intensa existencia. El trágico destino de mi tía ha sido siempre un tema tabú
en mi familia, pero aunque no se hablaba de ella, yo intuía su presencia en su
obra, en sus dibujos y esculturas, que además estaban firmadas con su nombre. Siempre
me pregunté quién era esa persona, que se llamaba como yo, que hacía esas
esculturas y esos dibujos tan increíbles, tan llenos de emoción y de pasión, y por qué no hablaban nunca de ella. En aquellos
momentos yo no entendía muy bien su obra, pero la sentía muy dentro. Sus
ilustraciones, dibujos y esculturas despertaban en mí muchas y diversas
emociones; contemplándolos presentía la tragedia y el dolor, porque eran
dramáticos y desgarradores y tenían alma. Más tarde, cuando me fui a Estados
Unidos con una beca de estudios, a los diecinueve años, me llevé la memoria de
mi tía Marga conmigo, y no me cabe la menor duda de que ella fue la responsable
de que yo me lanzara al mundo de la creación. Marga, la mujer y la artista,
siempre han formado parte de mi imaginario creativo y, como consecuencia,
probablemente haya tenido una gran influencia en toda mi obra, tanto artística
como literaria.
JM: Estamos, estoy, frente
al dibujo que es uno de los últimos dibujos que realiza Marga Gil Roësset antes
de suicidarse, y es el dibujo que ilustra la portada del libro, El olor de tu nombre, publicado en
España, y también la de la edición italiana, L’odore del tuo nome, así que los lectores italianos van a poder
disfrutar de este dibujo. Lo que me llama poderosamente la atención en el libro
es el hecho de que hay una trasposición de las dos Margas, de Marga Clark y de
Marga Gil Roësset. No se sabe muy bien, porque además el epígrafe de cada
capítulo son unas líneas del diario al que tú hacías referencia anteriormente,
del diario que escribió Marga…
MC: Son fragmentos, sí…
JM: Sí, son fragmentos del
diario que escribió durante la última semana antes de su muerte, entonces, en
tu poemario, no se sabe muy bien cuándo habla Marga Clark y cuándo habla Marga
Gil, en definitiva es un libro que pertenece a las dos, ¿no crees?
MC: Sí, yo pienso que es un
libro casi escrito a cuatro manos porque la voz lírica de la autora, en este
caso Marga Clark, se desdobla en la voz de su tía. La voz lírica de la poeta
está siempre en consonancia con la voz de la escultora Marga Gil Roësset. A
veces es la poeta la que habla, dirigiéndose a su tía, y otras, es la escultora
quien se dirige a la poeta, su sobrina, expresándole su estado de ánimo. En
este poemario establezco un diálogo íntimo y profundo con la memoria de mi tía.
La voz lírica se desdobla constantemente en ella intuyendo su estado de ánimo, el dolor que
ella podría sentir ante su desánimo, su desengaño amoroso; y también, a veces, la
escultora se dirige a su amado. La voz lírica de la tía está sacada
directamente de los fragmentos del diario que ella escribió ocho días antes de
su muerte. Ella dice, por ejemplo, “y mi
alma se parte…” o “¡Cómo duelen de
agudo las articulaciones del alma…!”, Marga
expresa su dolor en su diario la noche última, antes de suicidarse
diciendo; “Mi amor es infinito… la muerte
es infinita… el mar es infinito… la soledad infinita… yo con ellos… ¡contigo…!
Mañana tú ya sabes… yo… con lo infinito…”.
JM: Evidentemente es de una
profundidad inquietante, un diario del cual hoy, tantos años después, el
público, los lectores no pueden tener la oportunidad ni el placer de leer,
porque sigue siendo inédito, no se ha publicado, hasta estas fechas…
MC: Se ha publicado la mitad
del diario, yo lo publiqué en una novela, que se titula: Amarga Luz, publicada por la editorial Circe en 2002, ̶ en el 2011
la editorial Funambulista sacó una nueva edición – y allí, por exigencias narrativas,
muestro su diario porque es verdaderamente cómo su familia descubre que Marga
Gil Roësset se suicida por ese amor que ella consideró no correspondido, por
este sentimiento tan profundo que sentía hacia el poeta Juan Ramón Jiménez.
JM: Es evidente que en tu
novela se reproducen fragmentos extensos de ese diario, pero el diario en sí,
como tal, como lo escribió Marga Gil no está publicado al día de hoy…
MC: No, el diario completo
no está publicado.
JM: En todo caso, un
escrito, una pasión materializada en palabras de una artista, de una escultora
y dibujante, como era Marga Gil Roësset sería importante, porque igual que el
diario no es conocido, tampoco su obra es conocida dentro de nuestro país, en
España…
MC: Se hizo una exposición
en el año 2002, en el Círculo de Bellas Artes, y conseguimos reunir entre toda
la familia lo que queda de su obra, porque ten en cuenta que Marga, el último
día de su vida, fue a su taller y destrozó la mayor parte de su obra, pero se
conservaron los dibujos que ilustraron sus varios libros de cuentos, un libro
de canciones con textos en francés de su hermana Consuelo y música de su cuñado
con tres ilustraciones suyas, una de las cuales se asemeja tanto a las de Le Petit Prince de Saint-Exupéry, que se
ha comentado que posiblemente el escritor se pudo haber inspirado en ella; teniendo
en cuenta que este libro se publicó once años antes. Para la exposición se
pudieron reunir unas cien obras, entre dibujos, acuarelas, ilustraciones y las diecisiete
esculturas que todavía se conservan, entre las que se encuentra el busto de
Zenobia. Se hizo una exposición muy interesante, preciosa, en el Círculo de
Bellas Artes, en la Sala Goya y…
JM: …y nada más, no se hizo
nada más…
MC: …y nada más, porque
inexplicablemente se paró la itinerancia de esta exposición.
JM: Y nada más, quiero decir
que salvo esta exposición, que acontece muchos años después de la muerte de la
artista – recordemos que Marga Gil muere en 1932 y como tú acabas de decir la
exposición se organiza en el año 2002 – nunca más se ha visto nada, no sólo, el
público español y el público internacional que visita Madrid, no puede ver nada
de la obra de esta enorme artista porque
no está representada en ningún museo y no está representada en ninguna
institución, en ninguna fundación y en ninguna parte. Es una artista invisible,
inexistente, aunque los que amamos y apreciamos a Marga Gil Roësset sabemos de
su importancia. Como decías tú, Marga ilustra con doce y trece años dos libros
de cuentos, La rose des bois y El niño de oro, y cualquiera que pudiera
ver esas ilustraciones se daría perfectamente cuenta de que, ni tú ni yo
estamos exagerando, es una artista de una altura enorme, porque con doce y
trece años me atrevo a afirmar que dibujaba mejor que artistas de la talla de
Pablo Picasso o de Francis Bacon o de René Magritte o incluso, quizás voy a
hacer una exageración, ni Leonardo da Vinci con doce años dibujaba como
dibujaba Marga Gil Roësset.
MC: Tampoco tenemos que
hacer tantas comparaciones, ella tenía una voz propia…
JM: Todo esto tan sólo para
resaltar la grandeza de una artista que al día de hoy sigue siendo una gran
desconocida.
MC: En su época se habló
mucho de ella. En 1930, cuando Marga participó en la Exposición Nacional de
Bellas Artes, a los 22 años, y presentó su escultura, “Adán y Eva”, todos los críticos
se quedaron boquiabiertos al presenciar la genialidad de esta obra, y le
hicieron varias entrevistas. José
Francés, que era el crítico de la época, dijo: “Se está, pues, en presencia de
un artista verdadero, que no debe nada a profesores ni maestros. En ella estaba
todo, como un don del más allá”, y también dijo: “Esa falta de piedad, de
compasión, enfermiza, pero no de ternura, es lo que caracteriza a Marga… …Es
siempre la verdad exaltada, sin perder la solidez estructural de la forma; es
siempre la sed imaginativa…”. Y Marga contesta cuando le preguntan sobre qué
intentaba hacer en esa escultura maravillosa de Adán y Eva: “Yo intento siempre
operar sobre mis esculturas de dentro afuera, es decir, trato de esculpir más
las ideas que las personas. Mis trabajos en cuanto a la forma podrán no ser muy
clásicos, pero por lo menos llevan el esfuerzo de querer manifestar su
interior”. Y sobre “Adán y Eva” dice: “Padres del género humano, viejos como el
mundo, atlético él, fuerte como para engendrar a todos los hombres, débil ella,
apoyada en el robusto pecho del hombre, pero amplios sus senos como para
amamantar a toda la humanidad. En sus caras es reflejado el dolor, dolor del
paraíso perdido, dolor de sentirse solos, en medio del planeta, dolor por todos
los dolores que habrán de arrastrar sus hijos a través de los siglos. No sé si
he logrado mi idea”.
JM: Sí, es absolutamente
clarividente la expresión de su propio trabajo. Para acabar esta pequeña
semblanza sobre Marga Gil Roësset hay que decir que ha quedado claro, cuando tú
leías la crítica de Francés de 1929, en La
Esfera, que es una artista autodidacta, que se hace a sí misma, y de ahí,
todavía aún más, su grandeza, cuando yo decía anteriormente que los dibujos que
hace con doce y trece años no son los dibujos propios de una niña, ni de
alguien que no tiene una formación, sino son dibujos completamente acabados,
con una profesionalidad y una mano que asombran cuando uno sabe que han sido
compuestos por una niña de tan sólo doce años. Yo ahora lo que querría es un
poco volver sobre Marga Clark, sobre la Marga escritora, poeta y también sobre
la Marga fotógrafa, porque cuando leemos tu libro, El olor de tu nombre, y no sólo ese libro, porque tienes más libros
publicados de poemas…
MC: …sí, con este último que
saldrá para esta Feria del libro serán ya ocho poemarios…
JM: …ocho libros, nos
encontramos ante una escritora de una potencia, de una elegancia y de una
personalidad enorme que, sin embargo, para mí, conociendo un poco tu obra como
fotógrafa, no están para nada fuera de lo que es tu trabajo como artista, sino
que en definitiva, cuando yo contemplo las series de fotografías que tú a lo
largo de estos años has producido, me encuentro con esa misma potencia, con esa
misma impronta personal y con esa misma, ¿cómo decir?, originalidad que
desprende toda tu obra. ¿Qué nos podrías decir sobre cómo afrontas tú la
escritura?
MC: La escritura para mí es,
diríamos, un refugio, es una salvación, y esto también lo dicen muchos poetas y
escritores, pero, como ya he dicho antes, para mí la poesía, en realidad, ha
sido el origen de toda mi creación. Yo escribía poesía desde muy pequeña, y es
más, cuando tenía catorce años, yo ya intuía que el mundo de la poesía era
hacia donde iba a dirigir mis pasos, y es que a veces, inconscientemente,
nuestra conciencia nos va guiando por un cierto camino; y fue muy interesante
descubrirlo hace unos años, cuando releyendo cartas del pasado, me encontré con
un papel cuadriculado donde yo había escrito, con mi letra de niña de colegio,
este verso: “Si el verso rima con la muerte/ y la poesía es el rumbo de mi
vida/ vida y muerte rimarán en mi existencia/ y esa rima creará poesía”. Yo me
quedé de piedra cuando leí esto, ¿cómo había podido escribir: “…y la poesía es
el rumbo de mi vida”? , ¿cómo podía yo saber a los catorce años que la poesía
guiaría mi vida? Es que a veces, tu conciencia se adelanta a lo que está
pasando en tu vida y te va guiando el camino. Siempre he dicho que la poesía
son momentos anímicos que te van iluminando el camino. Así que cuando me fui a
Estados Unidos a los diecinueve años con una beca, me llevé, junto a Marga, mi
escritura, mi poesía silenciosa, porque allí yo no tenía ni maestros, ni
grupos, ni nadie donde poder apoyarme, de manera que seguí escribiendo poesía
de una manera silenciosa, es decir para mi yo más íntimo. Salí al mundo de la
creación con la imagen, y no con la palabra, porque era más fácil para mí
expresarme a través de las imágenes en una cultura tan diferente a la mía, de
manera que yo empecé a investigar con la fotografía, pero siempre muy
influenciada por el mundo poético. Existe una gran relación entre mi poesía y
mi fotografía porque yo no uso la imagen solamente como imagen o la palabra
como palabra, sino que ambas actúan como metáforas que van desvelando los
símbolos que se esconden detrás de la realidad; siempre intento ir, tanto con
la imagen como con la palabra, más allá de la simple apariencia de las cosas.
JM: Pero en esto que dices,
hay una pregunta que yo te quiero hacer que me parece fundamental, porque lo
que siempre emerge, no sólo en tu poesía, sino también en tu obra fotográfica,
es la muerte. ¿Por qué esta idea de la muerte? ¿Por qué esta obsesión con algo
que, como bien decía Epicuro, “Cuando yo estoy ella no está, y cuando ella está
yo no estoy”? En realidad la muerte no es nada. ¿Por qué Marga Clark tiene esta
inquietud o esta desazón frente a la muerte?
MC: Esto es un misterio
porque siempre, desde muy pequeña, me ha interesado mi origen, saber de dónde
vengo y hacia dónde voy. Creía, y todavía creo, que estas dos preguntas eran
las más esenciales, y a las que debía prestar toda mi atención. No sé por qué
no me dediqué a la ciencia, o a la filosofía pura, porque lo que de verdad me
hubiera interesado es haber estudiado el cosmos, los orígenes, los temas
existenciales. Todas estas preguntas, mis inquietudes existenciales han recaído
siempre sobre mi poesía. Yo no sé si esta preocupación es algo genético, o es
algo que me ha trasmitido a lo mejor mi tía Marga, a través de su suicidio, de
su muerte. Yo siempre intuí, desde pequeña, algo trágico en la ausencia de mi
tía, en esos silencios, en ese no querer hablar sobre ella, yo intuía que su
final había sido trágico y doloroso; no sé, todo eso me pudo haber influido más
tarde en mi vida y en mi obra. Todo mi trabajo siempre se ha desarrollado, como
Marga dijo en su entrevista, “de dentro afuera”. es decir, que mi obra ha
salido, a pesar mío a veces, sorprendiéndome, como una forma de conocimiento
interior, es una especie de catalizador de mis estados anímicos, para ponerme
más en contacto conmigo misma. A través de mi obra me he ido cuestionando a mí
misma y a todo lo que me rodea. La poesía es como una llama inagotable que me
va iluminando el camino, para que pueda ver todo aquello que se esconde a la
mirada. Por eso me interesa mucho todo ese mundo de lo “no visible”, de la
invisibilidad; y es por esos derroteros por donde siempre ha deambulado mi obra
fotográfica y mi poesía. Hay una frase del escritor Lewis Carroll con la que me
siento muy identificada, él dijo: “quisiera ver de qué color es la luz de una
vela cuando está apagada”.
JM: Sí, porque hay una serie
tuya de fotografías que se llaman Cajas
Áureas, sobre las que me gustaría que hablaras un poco ya que hace alusión
a algo que a mí personalmente me inquieta muchísimo, porque es sobre
invisibilidades, muertos y cementerios, en Venecia…
MC: Lo que, en realidad,
pretendo con las Cajas Áureas es alargar la memoria colapsada de seres ya fallecidos y abandonados.
De hecho, intento reivindicar la memoria de estos seres, de los que ya nadie se
acuerda. Este trabajo nació mucho antes de que saliera a la luz la historia de
mi tía Marga, creo que ya me estaba preparando inconscientemente para también
poder reivindicar su figura. Se inició con una carpeta fotográfica titulada: De Profundis, que se componía de diez
imágenes y diez poemas íntimamente relacionados. Los poemas fueron precursores
de los rostros desvaídos, sobre todo de mujeres, que un año más tarde encontré
en los nichos del cementerio San Michele en Venecia. Su incipiente estado de
desintegración me impulsó a volver a fotografiar estas caras intentando parar
el deterioro en la emulsión de la película, y de esta forma mantener todavía
viva su memoria. Intento rescatar a la muerte del olvido. Esta serie se ha ido
transformando y enriqueciendo a lo largo de los años, hasta llegar a encarnarse
en las Cajas Áureas – obra más
reciente – . En estas cajas, la
poesía está inherentemente relacionada con la imagen. Ambas se pertenecen, el
poema se oculta pudorosamente en el interior de la imagen, como si de una
herida se tratara, como si quisiera ocultar algo, y ella misma nos anima a
adentrarnos más allá de su piel para revelarnos su mensaje. De esta forma,
podemos establecer un dialogo íntimo con la imagen que tenemos enfrente, y nos
podemos contemplar mutuamente para así poder reconocernos. Yo siempre he dicho
que la poesía se manifiesta cuando el
ser humano trasciende su realidad y establece un diálogo con lo invisible. El poeta Rilke también dijo: “Cómo
soportar lo visible si no es haciendo de ello el lenguaje de la ausencia, de lo
invisible”. Y es que la creación, ya sea plástica o literaria, es una
forma de levitación, un ausentarse de la realidad que rodea al creador, aunque
sólo sea momentáneamente. El poeta José Ángel Valente pretendió siempre, según
sus propias palabras: “Llevar la palabra hasta el límite, allí donde conserva
la fascinación por el enigma”. Considero que la poesía es la llave que abre la
puerta del mundo de los grandes misterios.
Por eso, si yo me atreviera a definir un término tan indefinible como es
la poesía, diría que es: “el alma en busca de los misterios”. Y pienso que
estas Cajas Áureas son misteriosas, y
nos sirven como reflejos, o espejos, donde poder reflexionar y poder vislumbrar
todo lo esencial.
JM: Sin embargo, tienes una
serie que a mí me asombra, que me gusta infinitamente, que versa sobre el azul,
un azul, unos azules que quizás a mí, como artista, me interesa mucho porque
trabajo mucho con el azul, y son unos azules que yo percibo también en tu obra
porque aunque resalta y es muy evidente el tema de la muerte, sí que por debajo
hay como una sutil línea en algunos libros de poemas, como por ejemplo Amnios, donde esa idea del color que
también, bajo mi punto de vista, expresas en tu serie azul, que no recuerdo
exactamente cómo se llama…
MC: Es mi serie más actual y
la verdad es que todavía no la he nombrado, porque el nombre aparecerá, como
siempre, de repente, a lo mejor la llamo “Serie Azul”, como la has llamado tú. Yo
no me he fijado ni siquiera que en esta serie predomine el azul; pero sí,
efectivamente sí que prevalece el azul. Yo creo que los colores expresan emociones
y sentimientos, y en mis Cajas Áureas es muy representativo el color
dorado. Pero es más una patina, un brillo del pasado, un reflejo de antigüedad
del pasado, de lo sagrado, eso representa para mí el color dorado en mi obra.
Sin embargo, en esta última serie vuelvo quizá más a la vida, más al presente,
y ésta es una forma de hablar porque yo creo, como han creído muchos filósofos
y científicos, que el tiempo no existe tal y como lo concibe el ser humano,
sino que el tiempo es un instante de pasado, presente y futuro, es todo en uno,
está todo en uno integrado, nosotros lo separamos porque para nuestra mente es
imposible que podamos concebir esa instantaneidad del momento, que son los tres
momentos en uno. Por lo limitado de nuestra condición humana tenemos que
espaciar el tiempo en momentos, días, horas, minutos, y tenemos esta concepción
del tiempo para poder captarlo en su totalidad.
JM: Es interesante lo que
dices porque me lleva a pensar en una vieja fantasía mía que tiene que ver con
viajar en el tiempo y la posibilidad de viajar en el tiempo con la teoría de
Einstein, cuando tú dices “Yo veía al mismo tiempo el presente, el pasado y el
futuro”, la única posibilidad de viajar en el tiempo es porque presente, pasado
y futuro están sucediendo al mismo tiempo, de otro modo jamás podríamos
retroceder en el tiempo, ni avanzar…
MC: Claro, claro…
JM: Entonces me sorprende
esta concepción que has hecho tú al hablar de esta idea…
MC: Y es que está muy
representada en mi trabajo. Yo he comprobado esto en mi propia obra, porque a
veces he fotografiado algo sin ninguna utilidad para mí en ese momento, pero yo
estaba allí, viendo con los ojos del pasado, del presente y del futuro, y mi
futuro me estaba diciendo: “Cáptala porque la necesitarás”, y aquella imagen
que capturé entonces, ha tenido que esperar, en forma de negativo o
diapositiva, a lo mejor, veinte años, para que le llegara su momento de salir a
la luz. Yo sabía que existía, y que estaba allí, esperando, porque me había
adelantado a su momento. Uno ve con los ojos del tiempo, y siempre he dicho que
mis poemarios son como mis pequeñas guías, como esas piedrecillas que uno va
soltando a lo largo del camino para no perderse, para no desviarse de ese
destino que conduce a todo ser humano a la única certeza que tiene en la vida, que
es la muerte.
JM: Desgraciadamente…
MC: Bueno, desgraciadamente
o no, pero es así. No es sólo poeta, al menos eso pienso yo, el que publica
libros o escriba poemas, sino el que sabe descifrar todos esos símbolos, todas estas
señales que se le van apareciendo a lo largo de la vida y que le sirven para
poder seguir su camino con más lucidez, para saber encauzar su rumbo en la dirección
adecuada, la que él quiera seguir; pero lo hace de una forma inconsciente e
intuitiva, porque en ese momento en el que él se encuentra, todavía no es
consciente de ello. Los seres humanos nacemos ciegos de conocimiento, y
necesitamos ver con los ojos del
adentro y mirar con los del afuera
para estar en contacto con nuestro propio destino. Una hormiga que se nos cruza
en el camino en un determinado momento puede ser crucial para que, a lo mejor, tengamos
que desviarnos del camino. Y saber esto es esencial, ya que la obra del
artista, sea cual fuere, poesía, fotografía, pintura… etc…, es una forma de
desvelamiento, una forma de conocimiento que lleva al artista o al poeta a
enfrentarse con su propio destino. En mi experiencia, la poesía es la llave que
me abre las puertas al mundo de todos estos misterios sobre la vida y la muerte
que tanto me preocupan.
JM: En cualquier caso, cuando los lectores
italianos estén frente a este libro, El
olor de tu nombre, más allá de consideraciones, está clarísimo que se van a
encontrar ante un poemario, ante una escritura de una fuerza increíble, que en
este caso concreto recupera a una artista como era Marga Gil Roësset, pero que
independientemente de Marga Gil Roësset, quien emerge es una escritora de una
potencia enorme y que los lectores podrán comprobarlo cuando tengan el libro en
sus manos.
MC: Me gustaría decir que
este poemario: El olor de tu nombre,
al igual que la novela Amarga luz,
son una manera de homenajear y de reivindicar la figura de mi tía Marga, algo
que yo me he tomado como una misión en mi vida, puesto que ella estuvo
enterrada en una sombría tumba del olvido durante más de setenta años, porque
no nos permitieron nunca hablar de ella. Ahora que Marga resucita en todo su
esplendor, yo quiero que la conozcan como la genial artista que fue, y que
sigue siendo – porque las creadoras y artistas como ella nunca mueren – y no
sólo como una anécdota de la vida de un poeta, o como una historia romántica
con un trágico desenlace, sino porque ella era un ser especial con un don
extraordinario; una artista, autodidacta, vanguardista, original e innovadora
que, no me cabe la menor duda, hubiera ocupado un lugar relevante en el mundo
de la cultura y del arte moderno si hubiera vivido sesenta o setenta años más,
porque hay que tener en cuenta que Marga se suicidó a los veinticuatro años y
ya había creado una extensísima obra. De todas formas la obra y vida de Marga
ya está siendo investigada por
hispanistas, historiadoras y críticas de arte, incluso a nivel
internacional. Un grupo de mujeres feministas, que se llaman “Las sin sombrero”,
investigan sobre nueve mujeres de la Generación del ’27, y entre ellas se
encuentra la escultora, Marga Gil Roësset. Otra hispanista de la Universidad de
Exeter, Nuria Capdevila, ha publicado un libro este año: Artistas y precursoras: Un siglo de autoras Roësset, que trata sobre la obra, y la influencia que
ejercieron en su tiempo cuatro mujeres de mi familia, entre las cuales está
Marga.
JM: Y esto daría lugar a
otra entrevista, porque si entráramos a profundizar en la familia Roësset, hay
cuatro mujeres que son cuatro artistas en distintos períodos históricos…
MC: Sí, es que todas las
mujeres de mi familia son muy potentes. También existe un proyecto de película
que estamos preparando mi hijo, Steve Clark – director de cine, pintor y poeta
– y yo. A mi hijo le he traspasado este entusiasmo y esta obsesión sobre la
figura de Marga, que es su tía abuela. Hemos escrito juntos el guión de cine,
basado en las dos Margas, tía y sobrina, y ahora es cuestión de encontrar el
productor adecuado. Pero no me cabe la menor duda de que este proyecto saldrá
adelante, en cuanto se supere un poco el momento de crisis en que nos vemos
sumergidos todos. Nada me haría más contenta que realizar esta película sobre
Marga Gil Roësset, para así mantener viva su memoria por todo el mundo.
JM: Me parece muy bien todo
lo que has explicado porque el público italiano podrá entender que detrás de El olor de tu nombre hay una gran artista, aún
desconocida en su propio país, pero que más temprano que tarde llegará a estar
representada en los museos nacionales ya que la entidad de su obra es lo
suficientemente importante para que sea así. Te quiero dar las gracias, Marga
Clark, por esta entrevista y por haberme acogido en tu casa.
MC: Y muchas gracias a ti,
Jesús, por tu interés. Sé que desde el principio tú has apreciado la obra de
Marga, y la has valorado como se merece, y esto requiere un ser con una mente
abierta y una sensibilidad especial, así que yo te felicito a ti también, y te
agradezco mucho el haberme ayudado, a través de esta entrevista, a reivindicar
la memoria de este ser tan único que era mi tía, la escultora Marga Gil
Roësset.
JM: Muchas gracias, Marga.