martes, 13 de mayo de 2014










“La poesía son momentos anímicos que te van iluminando el camino” – Conversaciones con Marga Clark
De Jesús Marchante





Jesús Marchante: Estamos en casa de Marga Clark, que es fotógrafa y escritora, de hecho, ¿cómo te definirías tú?
Marga Clark: Bueno, intento no definirme, pero sí me gustaría decir que la poesía es el origen de toda mi creación.
JM: Y estamos aquí sobre todo para hablar de un libro que se va a publicar en Italia, que se llama El olor de tu nombre. El olor de tu nombre alude a un nombre, como es evidente, yo sé qué nombre es, pero prefiero que sea Marga quien nos diga a qué nombre alude el título de su libro.
MC: El nombre alude a la memoria de mi tía, la hermana de mi padre, Marga Gil Roësset, una mujer y una artista de una fuerza y de un talento extraordinario. A mí me llamaron Marga por ella, pero siempre ha sido un tema tabú en mi familia. Yo sólo sabía que había muerto muy joven y que habían silenciado su memoria. Mi tía era considerada una niña prodigio en aquella época. Dominó el dibujo, la acuarela y la escultura a una muy temprana edad. Empezó alrededor de los siete años cuando escribió e ilustró un cuento para su madre: La niña curiosa; y años más tarde, ilustró los cuentos que escribía su hermana Consuelo, que era tres años mayor que ella. A los quince años Marga ya estaba tallando en madera y más adelante usa el martillo y cincel esculpiendo en la piedra y el granito. Fue una de las primeras mujeres en esculpir en piedra, debía tener mucha fuerza en las manos. Marga conoció a Juan Ramón Jiménez el último año de su vida, en 1932, a través de una amiga común en una mañana de concierto, pero el poeta y su mujer, Zenobia, ya sabían de la existencia de estas dos hermanas de gran talento, porque les habían dejado como regalo, en la portería de su casa, un cuento, El niño de oro, que Consuelo había escrito y Marga ilustrado, a los doce años. Los dibujos eran de una modernidad, de una pasión y de una técnica tan perfectas para una niña que conmovieron profundamente al poeta. De manera que cuando Marga conoció a Juan Ramón y a su mujer, a los veinticuatro años, decidieron, después de ver su obra, que ella esculpiría sus bustos. En el transcurso de unos meses de intenso trabajo en casa del poeta, Marga terminó el busto de Zenobia, pero también acabó enamorándose perdidamente de Juan Ramón, y al no encontrar salida a esta situación, a ese amor totalmente romántico y platónico, se inmoló. Sabemos que su amor fue platónico porque ella escribió en su diario, ocho días antes de su muerte: “Si tú… espontáneamente, me dieras un beso”. Y también expresa en su diario su desesperación ante una situación amorosa que ella consideró imposible, cuando dijo: “Y como sin ti… es que ni quiero, ni me importa nada… lo mejor es morirme…”. Marga se pegó un tiro en la sien y acabó de esta forma con su breve e intensa existencia. El trágico destino de mi tía ha sido siempre un tema tabú en mi familia, pero aunque no se hablaba de ella, yo intuía su presencia en su obra, en sus dibujos y esculturas, que además estaban firmadas con su nombre. Siempre me pregunté quién era esa persona, que se llamaba como yo, que hacía esas esculturas y esos dibujos tan increíbles, tan llenos de emoción y de pasión, y  por qué no hablaban nunca de ella. En aquellos momentos yo no entendía muy bien su obra, pero la sentía muy dentro. Sus ilustraciones, dibujos y esculturas despertaban en mí muchas y diversas emociones; contemplándolos presentía la tragedia y el dolor, porque eran dramáticos y desgarradores y tenían alma. Más tarde, cuando me fui a Estados Unidos con una beca de estudios, a los diecinueve años, me llevé la memoria de mi tía Marga conmigo, y no me cabe la menor duda de que ella fue la responsable de que yo me lanzara al mundo de la creación. Marga, la mujer y la artista, siempre han formado parte de mi imaginario creativo y, como consecuencia, probablemente haya tenido una gran influencia en toda mi obra, tanto artística como literaria.
JM: Estamos, estoy, frente al dibujo que es uno de los últimos dibujos que realiza Marga Gil Roësset antes de suicidarse, y es el dibujo que ilustra la portada del libro, El olor de tu nombre, publicado en España, y también la de la edición italiana, L’odore del tuo nome, así que los lectores italianos van a poder disfrutar de este dibujo. Lo que me llama poderosamente la atención en el libro es el hecho de que hay una trasposición de las dos Margas, de Marga Clark y de Marga Gil Roësset. No se sabe muy bien, porque además el epígrafe de cada capítulo son unas líneas del diario al que tú hacías referencia anteriormente, del diario que escribió Marga…
MC: Son fragmentos, sí…
JM: Sí, son fragmentos del diario que escribió durante la última semana antes de su muerte, entonces, en tu poemario, no se sabe muy bien cuándo habla Marga Clark y cuándo habla Marga Gil, en definitiva es un libro que pertenece a las dos, ¿no crees?
MC: Sí, yo pienso que es un libro casi escrito a cuatro manos porque la voz lírica de la autora, en este caso Marga Clark, se desdobla en la voz de su tía. La voz lírica de la poeta está siempre en consonancia con la voz de la escultora Marga Gil Roësset. A veces es la poeta la que habla, dirigiéndose a su tía, y otras, es la escultora quien se dirige a la poeta, su sobrina, expresándole su estado de ánimo. En este poemario establezco un diálogo íntimo y profundo con la memoria de mi tía. La voz lírica se desdobla constantemente en ella  intuyendo su estado de ánimo, el dolor que ella podría sentir ante su desánimo, su desengaño amoroso; y también, a veces, la escultora se dirige a su amado. La voz lírica de la tía está sacada directamente de los fragmentos del diario que ella escribió ocho días antes de su muerte. Ella dice, por ejemplo, “y mi alma se parte…” o “¡Cómo duelen de agudo las articulaciones del alma…!”, Marga  expresa su dolor en su diario la noche última, antes de suicidarse diciendo; “Mi amor es infinito… la muerte es infinita… el mar es infinito… la soledad infinita… yo con ellos… ¡contigo…! Mañana tú ya sabes… yo… con lo infinito…”.
JM: Evidentemente es de una profundidad inquietante, un diario del cual hoy, tantos años después, el público, los lectores no pueden tener la oportunidad ni el placer de leer, porque sigue siendo inédito, no se ha publicado, hasta estas fechas…
MC: Se ha publicado la mitad del diario, yo lo publiqué en una novela, que se titula: Amarga Luz, publicada por la editorial Circe en 2002, ̶ en el 2011 la editorial Funambulista sacó una nueva edición – y allí, por exigencias narrativas, muestro su diario porque es verdaderamente cómo su familia descubre que Marga Gil Roësset se suicida por ese amor que ella consideró no correspondido, por este sentimiento tan profundo que sentía hacia el poeta Juan Ramón Jiménez.
JM: Es evidente que en tu novela se reproducen fragmentos extensos de ese diario, pero el diario en sí, como tal, como lo escribió Marga Gil no está publicado al día de hoy…
MC: No, el diario completo no está publicado.
JM: En todo caso, un escrito, una pasión materializada en palabras de una artista, de una escultora y dibujante, como era Marga Gil Roësset sería importante, porque igual que el diario no es conocido, tampoco su obra es conocida dentro de nuestro país, en España…
MC: Se hizo una exposición en el año 2002, en el Círculo de Bellas Artes, y conseguimos reunir entre toda la familia lo que queda de su obra, porque ten en cuenta que Marga, el último día de su vida, fue a su taller y destrozó la mayor parte de su obra, pero se conservaron los dibujos que ilustraron sus varios libros de cuentos, un libro de canciones con textos en francés de su hermana Consuelo y música de su cuñado con tres ilustraciones suyas, una de las cuales se asemeja tanto a las de Le Petit Prince de Saint-Exupéry, que se ha comentado que posiblemente el escritor se pudo haber inspirado en ella; teniendo en cuenta que este libro se publicó once años antes. Para la exposición se pudieron reunir unas cien obras, entre dibujos, acuarelas, ilustraciones y las diecisiete esculturas que todavía se conservan, entre las que se encuentra el busto de Zenobia. Se hizo una exposición muy interesante, preciosa, en el Círculo de Bellas Artes, en la Sala Goya y…
JM: …y nada más, no se hizo nada más…
MC: …y nada más, porque inexplicablemente se paró la itinerancia de esta exposición.
JM: Y nada más, quiero decir que salvo esta exposición, que acontece muchos años después de la muerte de la artista – recordemos que Marga Gil muere en 1932 y como tú acabas de decir la exposición se organiza en el año 2002 – nunca más se ha visto nada, no sólo, el público español y el público internacional que visita Madrid, no puede ver nada de la obra de esta enorme artista  porque no está representada en ningún museo y no está representada en ninguna institución, en ninguna fundación y en ninguna parte. Es una artista invisible, inexistente, aunque los que amamos y apreciamos a Marga Gil Roësset sabemos de su importancia. Como decías tú, Marga ilustra con doce y trece años dos libros de cuentos, La rose des bois y El niño de oro, y cualquiera que pudiera ver esas ilustraciones se daría perfectamente cuenta de que, ni tú ni yo estamos exagerando, es una artista de una altura enorme, porque con doce y trece años me atrevo a afirmar que dibujaba mejor que artistas de la talla de Pablo Picasso o de Francis Bacon o de René Magritte o incluso, quizás voy a hacer una exageración, ni Leonardo da Vinci con doce años dibujaba como dibujaba Marga Gil Roësset.
MC: Tampoco tenemos que hacer tantas comparaciones, ella tenía una voz propia…
JM: Todo esto tan sólo para resaltar la grandeza de una artista que al día de hoy sigue siendo una gran desconocida.
MC: En su época se habló mucho de ella. En 1930, cuando Marga participó en la Exposición Nacional de Bellas Artes, a los 22 años, y presentó su escultura, “Adán y Eva”, todos los críticos se quedaron boquiabiertos al presenciar la genialidad de esta obra, y le hicieron varias entrevistas.  José Francés, que era el crítico de la época, dijo: “Se está, pues, en presencia de un artista verdadero, que no debe nada a profesores ni maestros. En ella estaba todo, como un don del más allá”, y también dijo: “Esa falta de piedad, de compasión, enfermiza, pero no de ternura, es lo que caracteriza a Marga… …Es siempre la verdad exaltada, sin perder la solidez estructural de la forma; es siempre la sed imaginativa…”. Y Marga contesta cuando le preguntan sobre qué intentaba hacer en esa escultura maravillosa de Adán y Eva: “Yo intento siempre operar sobre mis esculturas de dentro afuera, es decir, trato de esculpir más las ideas que las personas. Mis trabajos en cuanto a la forma podrán no ser muy clásicos, pero por lo menos llevan el esfuerzo de querer manifestar su interior”. Y sobre “Adán y Eva” dice: “Padres del género humano, viejos como el mundo, atlético él, fuerte como para engendrar a todos los hombres, débil ella, apoyada en el robusto pecho del hombre, pero amplios sus senos como para amamantar a toda la humanidad. En sus caras es reflejado el dolor, dolor del paraíso perdido, dolor de sentirse solos, en medio del planeta, dolor por todos los dolores que habrán de arrastrar sus hijos a través de los siglos. No sé si he logrado mi idea”.








JM: Sí, es absolutamente clarividente la expresión de su propio trabajo. Para acabar esta pequeña semblanza sobre Marga Gil Roësset hay que decir que ha quedado claro, cuando tú leías la crítica de Francés de 1929, en La Esfera, que es una artista autodidacta, que se hace a sí misma, y de ahí, todavía aún más, su grandeza, cuando yo decía anteriormente que los dibujos que hace con doce y trece años no son los dibujos propios de una niña, ni de alguien que no tiene una formación, sino son dibujos completamente acabados, con una profesionalidad y una mano que asombran cuando uno sabe que han sido compuestos por una niña de tan sólo doce años. Yo ahora lo que querría es un poco volver sobre Marga Clark, sobre la Marga escritora, poeta y también sobre la Marga fotógrafa, porque cuando leemos tu libro, El olor de tu nombre, y no sólo ese libro, porque tienes más libros publicados de poemas…
MC: …sí, con este último que saldrá para esta Feria del libro serán ya ocho poemarios…   
JM: …ocho libros, nos encontramos ante una escritora de una potencia, de una elegancia y de una personalidad enorme que, sin embargo, para mí, conociendo un poco tu obra como fotógrafa, no están para nada fuera de lo que es tu trabajo como artista, sino que en definitiva, cuando yo contemplo las series de fotografías que tú a lo largo de estos años has producido, me encuentro con esa misma potencia, con esa misma impronta personal y con esa misma, ¿cómo decir?, originalidad que desprende toda tu obra. ¿Qué nos podrías decir sobre cómo afrontas tú la escritura?
MC: La escritura para mí es, diríamos, un refugio, es una salvación, y esto también lo dicen muchos poetas y escritores, pero, como ya he dicho antes, para mí la poesía, en realidad, ha sido el origen de toda mi creación. Yo escribía poesía desde muy pequeña, y es más, cuando tenía catorce años, yo ya intuía que el mundo de la poesía era hacia donde iba a dirigir mis pasos, y es que a veces, inconscientemente, nuestra conciencia nos va guiando por un cierto camino; y fue muy interesante descubrirlo hace unos años, cuando releyendo cartas del pasado, me encontré con un papel cuadriculado donde yo había escrito, con mi letra de niña de colegio, este verso: “Si el verso rima con la muerte/ y la poesía es el rumbo de mi vida/ vida y muerte rimarán en mi existencia/ y esa rima creará poesía”. Yo me quedé de piedra cuando leí esto, ¿cómo había podido escribir: “…y la poesía es el rumbo de mi vida”? , ¿cómo podía yo saber a los catorce años que la poesía guiaría mi vida? Es que a veces, tu conciencia se adelanta a lo que está pasando en tu vida y te va guiando el camino. Siempre he dicho que la poesía son momentos anímicos que te van iluminando el camino. Así que cuando me fui a Estados Unidos a los diecinueve años con una beca, me llevé, junto a Marga, mi escritura, mi poesía silenciosa, porque allí yo no tenía ni maestros, ni grupos, ni nadie donde poder apoyarme, de manera que seguí escribiendo poesía de una manera silenciosa, es decir para mi yo más íntimo. Salí al mundo de la creación con la imagen, y no con la palabra, porque era más fácil para mí expresarme a través de las imágenes en una cultura tan diferente a la mía, de manera que yo empecé a investigar con la fotografía, pero siempre muy influenciada por el mundo poético. Existe una gran relación entre mi poesía y mi fotografía porque yo no uso la imagen solamente como imagen o la palabra como palabra, sino que ambas actúan como metáforas que van desvelando los símbolos que se esconden detrás de la realidad; siempre intento ir, tanto con la imagen como con la palabra, más allá de la simple apariencia de las cosas.
JM: Pero en esto que dices, hay una pregunta que yo te quiero hacer que me parece fundamental, porque lo que siempre emerge, no sólo en tu poesía, sino también en tu obra fotográfica, es la muerte. ¿Por qué esta idea de la muerte? ¿Por qué esta obsesión con algo que, como bien decía Epicuro, “Cuando yo estoy ella no está, y cuando ella está yo no estoy”? En realidad la muerte no es nada. ¿Por qué Marga Clark tiene esta inquietud o esta desazón frente a la muerte?
MC: Esto es un misterio porque siempre, desde muy pequeña, me ha interesado mi origen, saber de dónde vengo y hacia dónde voy. Creía, y todavía creo, que estas dos preguntas eran las más esenciales, y a las que debía prestar toda mi atención. No sé por qué no me dediqué a la ciencia, o a la filosofía pura, porque lo que de verdad me hubiera interesado es haber estudiado el cosmos, los orígenes, los temas existenciales. Todas estas preguntas, mis inquietudes existenciales han recaído siempre sobre mi poesía. Yo no sé si esta preocupación es algo genético, o es algo que me ha trasmitido a lo mejor mi tía Marga, a través de su suicidio, de su muerte. Yo siempre intuí, desde pequeña, algo trágico en la ausencia de mi tía, en esos silencios, en ese no querer hablar sobre ella, yo intuía que su final había sido trágico y doloroso; no sé, todo eso me pudo haber influido más tarde en mi vida y en mi obra. Todo mi trabajo siempre se ha desarrollado, como Marga dijo en su entrevista, “de dentro afuera”. es decir, que mi obra ha salido, a pesar mío a veces, sorprendiéndome, como una forma de conocimiento interior, es una especie de catalizador de mis estados anímicos, para ponerme más en contacto conmigo misma. A través de mi obra me he ido cuestionando a mí misma y a todo lo que me rodea. La poesía es como una llama inagotable que me va iluminando el camino, para que pueda ver todo aquello que se esconde a la mirada. Por eso me interesa mucho todo ese mundo de lo “no visible”, de la invisibilidad; y es por esos derroteros por donde siempre ha deambulado mi obra fotográfica y mi poesía. Hay una frase del escritor Lewis Carroll con la que me siento muy identificada, él dijo: “quisiera ver de qué color es la luz de una vela cuando está apagada”.
JM: Sí, porque hay una serie tuya de fotografías que se llaman Cajas Áureas, sobre las que me gustaría que hablaras un poco ya que hace alusión a algo que a mí personalmente me inquieta muchísimo, porque es sobre invisibilidades, muertos y cementerios, en Venecia…
MC: Lo que, en realidad, pretendo  con las Cajas Áureas es alargar la memoria  colapsada de seres ya fallecidos y abandonados. De hecho, intento reivindicar la memoria de estos seres, de los que ya nadie se acuerda. Este trabajo nació mucho antes de que saliera a la luz la historia de mi tía Marga, creo que ya me estaba preparando inconscientemente para también poder reivindicar su figura. Se inició con una carpeta fotográfica titulada: De Profundis, que se componía de diez imágenes y diez poemas íntimamente relacionados. Los poemas fueron precursores de los rostros desvaídos, sobre todo de mujeres, que un año más tarde encontré en los nichos del cementerio San Michele en Venecia. Su incipiente estado de desintegración me impulsó a volver a fotografiar estas caras intentando parar el deterioro en la emulsión de la película, y de esta forma mantener todavía viva su memoria. Intento rescatar a la muerte del olvido. Esta serie se ha ido transformando y enriqueciendo a lo largo de los años, hasta llegar a encarnarse en las Cajas Áureas – obra más reciente – . En estas cajas, la poesía está inherentemente relacionada con la imagen. Ambas se pertenecen, el poema se oculta pudorosamente en el interior de la imagen, como si de una herida se tratara, como si quisiera ocultar algo, y ella misma nos anima a adentrarnos más allá de su piel para revelarnos su mensaje. De esta forma, podemos establecer un dialogo íntimo con la imagen que tenemos enfrente, y nos podemos contemplar mutuamente para así poder reconocernos. Yo siempre he dicho que la poesía se manifiesta cuando el ser humano trasciende su realidad y establece un diálogo con lo invisible. El poeta Rilke también dijo: “Cómo soportar lo visible si no es haciendo de ello el lenguaje de la ausencia, de lo invisible”. Y es que la creación, ya sea plástica o literaria, es una forma de levitación, un ausentarse de la realidad que rodea al creador, aunque sólo sea momentáneamente. El poeta José Ángel Valente pretendió siempre, según sus propias palabras: “Llevar la palabra hasta el límite, allí donde conserva la fascinación por el enigma”. Considero que la poesía es la llave que abre la puerta del mundo de los grandes misterios.  Por eso, si yo me atreviera a definir un término tan indefinible como es la poesía, diría que es: “el alma en busca de los misterios”. Y pienso que estas Cajas Áureas son misteriosas, y nos sirven como reflejos, o espejos, donde poder reflexionar y poder vislumbrar todo lo esencial.
JM: Sin embargo, tienes una serie que a mí me asombra, que me gusta infinitamente, que versa sobre el azul, un azul, unos azules que quizás a mí, como artista, me interesa mucho porque trabajo mucho con el azul, y son unos azules que yo percibo también en tu obra porque aunque resalta y es muy evidente el tema de la muerte, sí que por debajo hay como una sutil línea en algunos libros de poemas, como por ejemplo Amnios, donde esa idea del color que también, bajo mi punto de vista, expresas en tu serie azul, que no recuerdo exactamente cómo se llama…
MC: Es mi serie más actual y la verdad es que todavía no la he nombrado, porque el nombre aparecerá, como siempre, de repente, a lo mejor la llamo “Serie Azul”, como la has llamado tú. Yo no me he fijado ni siquiera que en esta serie predomine el azul; pero sí, efectivamente sí que prevalece el azul. Yo creo que los colores expresan emociones y sentimientos, y en mis Cajas Áureas es muy representativo el color dorado. Pero es más una patina, un brillo del pasado, un reflejo de antigüedad del pasado, de lo sagrado, eso representa para mí el color dorado en mi obra. Sin embargo, en esta última serie vuelvo quizá más a la vida, más al presente, y ésta es una forma de hablar porque yo creo, como han creído muchos filósofos y científicos, que el tiempo no existe tal y como lo concibe el ser humano, sino que el tiempo es un instante de pasado, presente y futuro, es todo en uno, está todo en uno integrado, nosotros lo separamos porque para nuestra mente es imposible que podamos concebir esa instantaneidad del momento, que son los tres momentos en uno. Por lo limitado de nuestra condición humana tenemos que espaciar el tiempo en momentos, días, horas, minutos, y tenemos esta concepción del tiempo para poder captarlo en su totalidad.
JM: Es interesante lo que dices porque me lleva a pensar en una vieja fantasía mía que tiene que ver con viajar en el tiempo y la posibilidad de viajar en el tiempo con la teoría de Einstein, cuando tú dices “Yo veía al mismo tiempo el presente, el pasado y el futuro”, la única posibilidad de viajar en el tiempo es porque presente, pasado y futuro están sucediendo al mismo tiempo, de otro modo jamás podríamos retroceder en el tiempo, ni avanzar…
MC: Claro, claro…
JM: Entonces me sorprende esta concepción que has hecho tú al hablar de esta idea…
MC: Y es que está muy representada en mi trabajo. Yo he comprobado esto en mi propia obra, porque a veces he fotografiado algo sin ninguna utilidad para mí en ese momento, pero yo estaba allí, viendo con los ojos del pasado, del presente y del futuro, y mi futuro me estaba diciendo: “Cáptala porque la necesitarás”, y aquella imagen que capturé entonces, ha tenido que esperar, en forma de negativo o diapositiva, a lo mejor, veinte años, para que le llegara su momento de salir a la luz. Yo sabía que existía, y que estaba allí, esperando, porque me había adelantado a su momento. Uno ve con los ojos del tiempo, y siempre he dicho que mis poemarios son como mis pequeñas guías, como esas piedrecillas que uno va soltando a lo largo del camino para no perderse, para no desviarse de ese destino que conduce a todo ser humano a la única certeza que tiene en la vida, que es la muerte.
JM: Desgraciadamente…
MC: Bueno, desgraciadamente o no, pero es así. No es sólo poeta, al menos eso pienso yo, el que publica libros o escriba poemas, sino el que sabe descifrar todos esos símbolos, todas estas señales que se le van apareciendo a lo largo de la vida y que le sirven para poder seguir su camino con más lucidez, para saber encauzar su rumbo en la dirección adecuada, la que él quiera seguir; pero lo hace de una forma inconsciente e intuitiva, porque en ese momento en el que él se encuentra, todavía no es consciente de ello. Los seres humanos nacemos ciegos de conocimiento, y necesitamos ver con los ojos del adentro y mirar con los del afuera para estar en contacto con nuestro propio destino. Una hormiga que se nos cruza en el camino en un determinado momento puede ser crucial para que, a lo mejor, tengamos que desviarnos del camino. Y saber esto es esencial, ya que la obra del artista, sea cual fuere, poesía,  fotografía, pintura… etc…, es una forma de desvelamiento, una forma de conocimiento que lleva al artista o al poeta a enfrentarse con su propio destino. En mi experiencia, la poesía es la llave que me abre las puertas al mundo de todos estos misterios sobre la vida y la muerte que tanto me preocupan.
 JM: En cualquier caso, cuando los lectores italianos estén frente a este libro, El olor de tu nombre, más allá de consideraciones, está clarísimo que se van a encontrar ante un poemario, ante una escritura de una fuerza increíble, que en este caso concreto recupera a una artista como era Marga Gil Roësset, pero que independientemente de Marga Gil Roësset, quien emerge es una escritora de una potencia enorme y que los lectores podrán comprobarlo cuando tengan el libro en sus manos.
MC: Me gustaría decir que este poemario: El olor de tu nombre, al igual que la novela Amarga luz, son una manera de homenajear y de reivindicar la figura de mi tía Marga, algo que yo me he tomado como una misión en mi vida, puesto que ella estuvo enterrada en una sombría tumba del olvido durante más de setenta años, porque no nos permitieron nunca hablar de ella. Ahora que Marga resucita en todo su esplendor, yo quiero que la conozcan como la genial artista que fue, y que sigue siendo – porque las creadoras y artistas como ella nunca mueren – y no sólo como una anécdota de la vida de un poeta, o como una historia romántica con un trágico desenlace, sino porque ella era un ser especial con un don extraordinario; una artista, autodidacta, vanguardista, original e innovadora que, no me cabe la menor duda, hubiera ocupado un lugar relevante en el mundo de la cultura y del arte moderno si hubiera vivido sesenta o setenta años más, porque hay que tener en cuenta que Marga se suicidó a los veinticuatro años y ya había creado una extensísima obra. De todas formas la obra y vida de Marga ya está siendo investigada por  hispanistas, historiadoras y críticas de arte, incluso a nivel internacional. Un grupo de mujeres feministas, que se llaman “Las sin sombrero”, investigan sobre nueve mujeres de la Generación del ’27, y entre ellas se encuentra la escultora, Marga Gil Roësset. Otra hispanista de la Universidad de Exeter, Nuria Capdevila, ha publicado un libro este año: Artistas y precursoras: Un siglo de autoras Roësset, que trata sobre la obra, y la influencia que ejercieron en su tiempo cuatro mujeres de mi familia, entre las cuales está Marga.
JM: Y esto daría lugar a otra entrevista, porque si entráramos a profundizar en la familia Roësset, hay cuatro mujeres que son cuatro artistas en distintos períodos históricos…
MC: Sí, es que todas las mujeres de mi familia son muy potentes. También existe un proyecto de película que estamos preparando mi hijo, Steve Clark – director de cine, pintor y poeta – y yo. A mi hijo le he traspasado este entusiasmo y esta obsesión sobre la figura de Marga, que es su tía abuela. Hemos escrito juntos el guión de cine, basado en las dos Margas, tía y sobrina, y ahora es cuestión de encontrar el productor adecuado. Pero no me cabe la menor duda de que este proyecto saldrá adelante, en cuanto se supere un poco el momento de crisis en que nos vemos sumergidos todos. Nada me haría más contenta que realizar esta película sobre Marga Gil Roësset, para así mantener viva su memoria por todo el mundo.
JM: Me parece muy bien todo lo que has explicado porque el público italiano podrá entender que detrás de El olor de tu  nombre hay una gran artista, aún desconocida en su propio país, pero que más temprano que tarde llegará a estar representada en los museos nacionales ya que la entidad de su obra es lo suficientemente importante para que sea así. Te quiero dar las gracias, Marga Clark, por esta entrevista y por haberme acogido en tu casa.
MC: Y muchas gracias a ti, Jesús, por tu interés. Sé que desde el principio tú has apreciado la obra de Marga, y la has valorado como se merece, y esto requiere un ser con una mente abierta y una sensibilidad especial, así que yo te felicito a ti también, y te agradezco mucho el haberme ayudado, a través de esta entrevista, a reivindicar la memoria de este ser tan único que era mi tía, la escultora Marga Gil Roësset.
JM: Muchas gracias, Marga.

viernes, 2 de mayo de 2014

MARTE UNO, VIAJE SIN RETORNO






El modo de producción capitalista siempre produce sorpresas, o quizás no. Analizando su forma de reproducirse, lo que, a veces, pueda parecernos una majadería, no lo es en absoluto.

Hace ya algún tiempo, viendo el desarrollo de las crisis capitalistas y de la imposibilidad de expansión permanente en los sectores clásicos de la producción, que pienso que el Capital, que de forma tan inteligente analizara Karl Marx, tiene dos salidas para superar su impasse. Y aunque apenas dé pistas de por donde está yendo, haciéndonos creer que está completamente varado y a la desesperada, estoy firmemente convencido de que no es así.

En muy pocos años, eso que ahora nos parece central, la crisis financiera, los bancos como el eje central de apropiación de la riqueza que producimos todos, será sólo arqueología. El capitalismo se habrá sumergido en una nueva acumulación originaria que en nada tendrá que ver con los sectores más conocidos de la producción.

La acumulación vendrá de parte de la robótica, o mejor diría, de la inversión en inteligencia artificial, pero a niveles que irán más allá, incluso, de los planteamientos que vemos en las últimas películas de ciencia ficción.

2001: Una odisea del espacio, la vieja saga de La guerra de las galaxias, AI y, más recientemente, Elysium, nos proporcionan algunas señales de por donde irán los tiros.

Ahora, en estos días, leo una noticia que me hace pensar que muy pronto la realidad superará a la ficción. "Mars One", es un proyecto ideado por una empresa privada de matriz holandesa que ha puesto en pie un viaje tripulado a Marte para establecer una colonia humana permanente en el planeta rojo. Y esta es la segunda salida del capital para superar la crisis. La inversión en el espacio, pero de manera seria y no sólo como efecto colateral.

Pero "Marte Uno" tiene una peculiaridad. Una peculiaridad anómala y salvaje, diría yo. El proyecto consiste en enviar naves espaciales de cuatro personas cada dos años, a partir de 2024, para ir consolidando la colonia. Pero lo impactante no está ni en las características del viaje ni en el destino. Lo fascinante, si así podríamos llamarlo, es que es un viaje de ida. Un viaje sin retorno.

Suena a delirio, pero no lo es. De entre las más de 200.000 solicitudes enviadas a la empresa holandesa para poder participar en el proyecto, han sido seleccionadas 1.058 personas, y entre estas, 39 españolas. Miles de personas de todo el mundo dispuestas a emprender un rumbo hacia lo desconocido, sabiendo que no volverán jamás al planeta donde han nacido y vivido. Vivir y morir en Marte.

Mi cabeza se dispara. Un sinfín de proyecciones atraviesan mis neuronas cerebrales. Aunque en un principio pueda parecer una elección suicida, tal vez no lo sea tanto. Decidir libremente separarse del cordón umbilical social y humano es algo que no tiene precedentes. Se podría decir que perderse, por ejemplo, en un lugar perdido de la Tierra, supone también romper ese cordón umbilical, pero la ruptura que supone la elección de viajar a Marte sabiendo que nunca más volverás al planeta Tierra, supera cualquier otra comparación.

Analicemos, sin embargo, qué puede suponer este proyecto. Abre un sinfín de preguntas, por supuesto, que no tienen una respuesta inmediata. Pero la apuesta capitalista, como decíamos antes, no es baladí. Y la personal, tampoco.

Viajar hasta el planeta rojo, sabiendo de antemano que no se va a volver, es ya una apuesta valiente. Suponen más de siete años de viaje, toda una vida, en la que cuatro personas tienen que compartir un espacio muy reducido y donde, entre otras carencias, no es posible usar el agua para la ducha. Sólo unas toallitas humedecidas serán el soporte material para la higiene personal.

En esa apuesta, lo que primero va a saltar por los aires es el yo freudiano, la identidad humana. Dejar atrás la propia biografía para diluirse en un referente vacío, en la nada. Y también la categoría de poder, al menos como estamos habituados a conocerla aquí, en nuestro planeta.
Me produce una cierta sonrisa leer que la empresa pondrá a disposición de los habitantes de la colonia marciana un servicio de mails gratuito e infinito y toda una serie de comunicaciones, redes y similares, para que dichos extramarcianos puedan mantener el contacto con sus seres queridos y amistades. Y aquí es donde la realidad, la terrestre, se convierte en virtual y ficticia, y la ficción marciana ocupa la única y posible realidad. 
Sin embargo, no sólo está este aspecto. La empresa que dirige el proyecto desaconseja la procreación porque no se conoce aún la capacidad humana de procrear en un medio de gravedad reducida, ni tampoco si un feto puede desarrollarse normalmente en estas circunstancias. Si bien, como la misma empresa reconoce, esta investigación es prioritaria, puesto que será la que permita poder establecer un asentamiento permanente en el planeta rojo.
Hay otro aspecto que tampoco tranquilizará a los colonos extramarcianos, o tal vez les resulte indiferente, quién sabe, después de haber decidido lanzarse a este peculiar viaje. Me refiero a los servicios médicos disponibles en caso de enfermedad. También aquí, durante los primeros años, sólo se aseguran posibilidades para enfermedades comunes y accidentes caseros. Ciertas enfermedades, que requieren equipos grandes como en los grandes hospitales terrestres, no podrán ser tratadas en Marte. No obstante, siendo tan pocos los habitantes y estando tan aislados de todo, ¿enfermarán?
Sin embargo, no dejo de pensar o de fantasear con la perspectiva de que los que van a ir hasta allí, sabiendo que no regresarán jamás a la Tierra, intuyan una cierta promesa de inmortalidad. ¿Inmortalidad? Sí. Seguramente, las condiciones especiales en las que van a vivir y las investigaciones que llegarán de la mano de experimentar en un planeta con unas condiciones tan distintas a las del nuestro, posibilitarán, cuando menos, la prolongación de la vida más allá de la duración real del tiempo en la Tierra. No sólo. Experimentos como el de la fusión fría, sumidos en la más absoluta clandestinidad aquí, cobrarán allí una importancia decisiva.

Pero también hay algo que no deja de revolotear en mi cabeza. ¿Qué sucederá con las relaciones sexuales y, sobre todo, con las relaciones amorosas? Antes hablábamos de la destrucción del yo freudiano que representa este viaje sin retorno hacia la nada. Ciertamente, la empresa capitalista que ha puesto en marcha este proyecto, intentará balancear la relación de hombres y mujeres en la composición de los colonos extramarcianos. Así que, una cierta actividad sexual podría darse, sin olvidarnos, tampoco, de la propia que cada uno, sin la intervención del sexo contrario, puede procurarse. Pero respecto al amor, ¿qué pasará? A mí no me cabe ninguna duda. Pasará a mejor vida, como el yo. No tendrá ya la menor importancia, eso que aquí sigue llamándose amor, o enamoramiento. El ego, el ansia de poder sobre el otro, no tendrán ningún sentido. Todo se diluirá como un azucarillo. Las categorías mentales terrestres, a pesar de nuestra procedencia, formarán parte de la historia, de la leyenda. Los seres humanos llegados hasta el planeta rojo, dejarán de serlo. El mundo, la vida, la realidad, partirán de cero. Del cero más infinito.