viernes, 20 de junio de 2014

EL HORROR ESTÁ AQUÍ


A veces, pensamos o buscamos lejos de nuestro entorno lo horroroso, lo malvado o lo inquietante. Sin embargo, con relativa asiduidad, no hace falta que pensemos o nos marchemos lejos de nuestro propio país.

Es insoportable, indigno y horroroso, vivir en un país, España, donde casi 40 años después de las primeras elecciones democráticas, aunque no del todo, porque hubo partidos que no fueron legalizados hasta pasadas esas primeras elecciones, tras el largo, demasiado largo, paréntesis de la cruel dictadura franquista, aún sigue sin condenarse el levantamiento militar de julio de 1936 y, por lo tanto, continua vigente la impunidad de esa dictadura y su actos horrendos.

La llamada transición española es, bajo mi punto de vista, nuestra ley de punto final que eximió y sigue eximiendo a la dictadura de pagar sus crímenes, torturas y desapariciones. 
La izquierda española, P.S.O.E. y P.C.E. pactaron con los restos del franquismo, a la muerte del dictador Francisco Franco, privar a los ciudadanos españoles de una ley electoral que diera más preeminencia, como es lógico, al voto de las grandes ciudades frente a los núcleos más pequeños y rurales. Impidiendo, así, que se volviese a repetir la experiencia republicana de 1931. Pero no sólo pactaron esa salida antidemocrática, también sellaron, con mano de hierro, la imposibilidad de llevar ante los tribunales a la dictadura, y a sus ejecutores, por todos sus crímenes y asesinatos. Se trataba, así, con la complacencia de quienes sufrieron en sus propias carnes la represión al finalizar la contienda, de impedir que se supiese la verdad sobre los casi 125.000 desparecidos en las cunetas, desde 1939 hasta bien entrados los años cincuenta del pasado siglo. 

Pero lo más horrendo es cuando uno escucha de labios de jóvenes universitarios, "que el franquismo es algo que han estudiado en los libros y que no les afecta. Que los problemas reales son otros..." Y no hablo de estudiantes que se puedan situar ideológicamente del lado de los actuales gobernantes. No, y por eso es más desalentador. 
Está claro que los programas educativos siguen estando lastrados por ese pacto al que aludía anteriormente. De nada sirvieron las mayorías socialistas para recuperar la verdad histórica sobre esos hechos abominables. 

Sin embargo, poco a poco, despacio, pero sin pausa, un grupo de antiguos militantes antifranquistas agrupados bajo la COMUNA, con una iniciativa que se llama QUERELLA ARGENTINA, están tratando de que el silencio que pesa sobre la dictadura acabe de una vez por todas. Y han conseguido sentar en el banquillo a dos torturadores, aún vivos y coleando, Jesús Muñecas Aguilar y Antonio González Pacheco, más conocido como Billy el Niño.

Recientemente, la jueza argentina que lleva la causa en Buenos Aires, María Servini, ha visitado diversos puntos del Estado español para tomar declaración a personas represaliadas y torturadas durante la dictadura. Finalmente, un juez español de la Audiencia Nacional, Andreu, colaborará con la querella argentina.

Pero el terror no sólo se aplicaba sobre los adultos, también se aplicaba a los niños recién nacidos. Miles de niños robados por la dictadura a sus padres auténticos y dados en adopción a otras familias. Una práctica que hiela el corazón, si decimos que fue llevada a cabo hasta mediados de los años ochenta del pasado siglo, bajo una "democracia" que estaba ya rodada.

El esfuerzo de estos luchadores de la COMUNA, a la que tengo el orgullo de pertenecer, es un esfuerzo que requiere el apoyo de toda la sociedad española. En primer lugar por los movimientos sociales que luchan por acabar con la casta fascista que gobierna el país, empobreciendo y arrojando a las tinieblas a miles y miles de ciudadanos. En segundo lugar por la mayoría de la población que sigue viviendo de espaldas a unos hechos que nos marcaron y que siguen reproduciendo los fantasmas de esta terrible realidad política en la que nos encontramos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario